domingo, febrero 13, 2011

EGIPTO UN BANDERILLAZO A LA POLITICA INTERNACIONAL

Egipto un banderillazo a la política internacional

Por Lorenzo Gonzalo, 13 de Febrero del 2011



Durante treinta años Estados Unidos y el civilizado mundo europeo del lado occidental, han apoyado la brutalidad de Hosni Mubarak, al frente de uno de los países más sobresalientes del Medio Oriente u Oriente Próximo, como algunos le llaman.

Los intereses especiales creados a partir de la Primera Guerra Mundial, los hizo olvidar sus reclamos sobre derechos humanos y el explotado sofisma de las “libertades políticas”, que pregonan cuando las conveniencias acechan, fue eludido. Esa política basada en estrechos criterios que dimanan más de sus necesidades de Estado que del amor por las naciones ajenas, abrió el camino a la era de las “invasiones humanitarias”. A partir de entonces el respeto exigido por los “derechos humanos” es aplicable solamente a los países que acatan sus estrategias internacionales, la penetración de sus corporaciones claves o la entrega fácil de recursos esenciales al mantenimiento de su dominio.

Estas observaciones no deben confundirse como un eco de los ataques apocalípticos que es objeto Estados Unidos, ni mucho menos como mensaje que anticipe la imaginaria desaparición del país que acumula la cuarta parte de los activos mundiales, tal como acostumbran anunciar la impotencia de ciertas políticas y algunos pobres voceros convertidos en repetidores de consignas.

La realidad de Egipto apunta a un cambio en las relaciones internacionales, a la cual se acomodarán los intereses que conforman el núcleo central de la política exterior de Washington. Esto no constituye una opción, sino la obligada estrategia de la nueva realidad. Por consiguiente no significa el fin de una nación que felizmente ya encuentra competidores como China y comparte su industria con varias regiones del mundo, sino la aparición de inesperadas presiones que lo obligarán a hacer reformas profundas en el transcurso de este siglo.

Los descalabros que provocarán los sucesos del Medio Oriente pueden llevar a confrontaciones momentáneas y tensiones en un futuro no muy lejano, pero eventualmente serán punto de partida para encauzar un mundo donde las “invasiones humanitarias” queden constreñidas.

Las confusiones respecto a la permanencia o desaparición de un país, que se convirtió en emblema de la propiedad individual, aun después que la producción y la tecnología traspasaron los límites personales y se convirtieron en expresión de amplios conglomerados, se derivan del pensamiento que atribuyó al desarrollo social una dirección lineal. Sin poner a discusión que la dirección hacia un mundo socialmente orientado es más prometedora que uno regido por esquemas corporativos, la realidad es que ambas tendencias están contenidas en el desarrollo actual y sus probabilidades de realización quizás no sean muy diferentes.

Egipto es el desencadenante de los sucesos de Túnez, pero además es la prueba de que las religiones se adaptan al desarrollo productivo, tecnológico y científico y su entretejido va reflejando las nuevas relaciones sociales nacidas al calor de los requerimientos productivos.

No sabemos con qué velocidad los sucesos de Egipto, con las conmociones que ya se van creando en otras naciones de la región, moverán las capas teutónicas de la política internacional. Su predicción se hace más difícil porque los acontecimientos acaecidos en el país de los faraones, no están acompañados de grandes líderes mesiánicos, como aquellos que en su momento se convirtieron en la imagen de Irán, Irak, Libia y el resto del mundo árabe. Incluso la Hermandad Musulmana, nunca ha sido una defensora del Islam con propósitos parlamentarios y de gobierno. Ni siquiera se ha caracterizado por sostener un criterio respecto al uso del velo o los asuntos educacionales. Temas como estos, capaces de distorsionar cualquier discusión social seria, no han estado presentes en sus agendas. Tampoco han defendido la violencia. Sus proyecciones, como organización religiosa, han estado centradas en la corrupción, el desempleo, el respeto a los derechos básicos de las personas, las libertades políticas y otros que conforman el nódulo central de la convivencia. La Hermandad cuyos orígenes se remontan a los años veinte del Siglo XX, ha ido evolucionando gradualmente en la medida que la vida de la sociedad árabe ha sido afectada por los nuevos métodos de trabajo y no cuenta ni con Ayatolas ni con Mesías.

Los cambios que se están sucediendo en esa región, han puesto de manifiesto, de forma más caricaturesca, el cinismo de la política exterior de Estados Unidos. En pocas horas el discurso se transformó en una verborrea crítica del “régimen de Mubarak”. De repente la palabra democracia afloró en los labios de la Secretaria de Estado Hillary Clinton y del Presidente Barack Obama. Treinta años fueron sepultados en el transcurrir de los 18 días que duró en el poder el gran aliado. No debemos extendernos en esto porque todos lo conocen. Que los historiadores, los coleccionistas de fechas y de hechos que siempre son fortuitos lo hagan, para que los jóvenes que asisten a las escuelas de hoy y la gente abrumada de desinformaciones, obtengan las debidas referencias. Pero señalar el acontecimiento es de importancia capital, porque las evidencias quedan muchas veces sepultadas en la dinámica de los sucesos y Estados Unidos hace y hará todo lo posible, por capitalizar la sacudida política egipcia y contener el cambio brusco que se anuncia en las relaciones internacionales. No sabemos si a corto o mediano plazo, pero ya el discurso ambiguo de Washington denota su nerviosismo.

En Egipto no ha ocurrido ninguna revolución, aunque la prensa internacional así lo presenta para confundir a quienes planean caminos más allá de la salida de Mubarak. Ha sido solamente una revuelta, un movimiento que inclina a pensar que un proceso de cambio radical está flotando en el ambiente. Hasta ahora, la mejor noticia es que no viene acompañada de líderes mesiánicos lo cual, de continuar por ese rumbo, hará menos probable el control de los acontecimientos por los intereses internacionales, ajenos y enemigos de la región.

Confiemos en la continuidad de los sucesos. Por lo pronto ya sabemos que el ejército disolvió el parlamento y derogó la constitución. Los más cercanos colaboradores del autoritarismo impuesto por Mubarak, son los jefes militares. La contrapartida de una continuidad está dada por una juventud que se lanzó a las calles y cuyos cortos años parecen haber vencido al patriciado, estando al propio tiempo avalada por notables de limpia historia, con criterios humanistas y a su vez muy nacionales. Junto a esos hombres identificados con esa juventud, está la Hermandad Musulmana. Todo esto conforma un círculo muy cerrado, exponente de la esencia de la sociedad egipcia de hoy.

En este juego de acontecimientos, el mayor perdedor es Estados Unidos. Su actitud pusilánime frente a las protestas y la ausencia de crítica al apoyo incondicional que durante treinta años otorgaron al autoritarismo y a una represión brutal, política que supuestamente combaten, son un banderillazo más al descrédito que han acumulado en lo que va del Siglo XXI.



--------------------------------------------------------------------------------
Get your own web address.
Have a HUGE year through Yahoo! Small Business.

No hay comentarios.: