jueves, septiembre 30, 2010

¡AL LADRÒN! ¡QUÈ NO CUNDA EL PÀNICO!

Desde Venezuela


¡AL LADRÓN! ¡QUÉ NO CUNDA EL PÁNICO!


Resultados electorales. Partido y gobierno.
Parte II


ELIGIO DAMAS

En medio de la confusión y entre la multitud que le persigue, el pillo que acaba de arrebatarle la cartera a una dama, levanta el brazo derecho hasta colocarle en forma horizontal y extendiendo la mano, apunta hacia una dirección y grita escandalosamente:
¡Al ladrón! ¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
La gente se agita, dirige la atención a quien corre con desesperación y señala con insistencia hacia un punto; de repente, todos en tropel se dirigen hacia allí, aumentando la confusión, tanto que alcanza a quienes al delincuente perseguían, mientras éste logra escapar con facilidad, trocado su miedo en alegría y adornado de enorme risotadas.
La circunstancia, por años se ha mencionado, casi como un lugar común, porque es una técnica muy buena para evadir el bulto, eludir las responsabilidades, ignorar el llamado de atención y hasta seguir campante, como si nada hubiese sucedido, habiendo acontecido algo importante.
En el artículo anterior, 29-09-10, (http://deeligiodamas.blogspot.com/) sobre el asunto que identifica el título, justificamos al presidente Chávez, por su manera de abordar en lo inmediato lo acontecido electoralmente. No podemos permitir que el pánico cunda, para decirlo con una frase casi caricaturesca, porque tampoco la sangre llegó al río. No perdimos la Asamblea Nacional, al contrario continuamos controlándola y hasta con cierta holgura y esto, nos permite continuar avanzando y reponernos en aquellos espacios donde, sin duda alguna, fuimos golpeados; pero si no caemos en tentaciones que distraigan.
Porque existe el peligro, que por el discurso presidencial, nos pongamos a coro, sobre todo aquellos que en los puestos de mando están, a gritar, hasta con entusiasmo:
¡Al ladrón! ¡Al ladrón!, ¡Al ladrón!
Mientras las causas que han impedido alcanzar trincheras nuevas, espacios que por razones de clase nos pertenecen, se escapan en medio de la confusión; por lo que todo y todos vuelven a como estaban antes.
No digamos ahora que la meta trazada resultó muy ambiciosa o se estableció por encima de nuestras posibilidades, relación histórica, programática y clasista con las comunidades; porque no es estrictamente pertinente.
Sucre y Anzoátegui, donde perdimos un total aproximado de siete diputados, por sólo nombrar los casos más emblemáticos, desmienten aquel razonamiento.
La inmensa mayoría de la votación opositora, en términos clasistas, se inserta muellemente en la propuesta específica y global del proceso bolivariano. Pero ella, no está todavía en condiciones de hacer abstracciones y hasta subliminaciones para comprender las deficiencias, por lo que el Estado y quienes gobiernan, están obligados a atenderla con la mayor eficiencia en sus problemas más comunes.
Las deficiencias, omisiones, descuidos y hasta desidias de los gobernantes locales, regionales y nacionales, no pueden ser totalmente satisfechos con el carisma, mensaje amoroso, disposiciones que no se materializan y la propuesta de cambio estructural del presidente. Depender del levantamiento del brazo por parte de Chávez, para salir electo un candidato a diputado, alcalde o concejal, desdice mucho de éste, de las autoridades locales y regionales que les aupan, partido y hasta del proceso mismo. Y en eso, llevamos once años.
Una inmensa parte de la población venezolana que no votó, un universo del 35 o 38 por ciento, está constituida por aquellos que los programas de gobierno no le alcanzan, de una manera u otra, pero corresponden a quienes está dirigida toda esta ambición de cambio.
La votación opositora, de manera aplastante, también está conformado por excluidos, pobres, clases medias, pequeños comerciantes y empresarios, comerciantes informales no mafiosos, es decir por quienes deberían formar parte hasta de la vanguardia del proceso revolucionario. Pero once años después que éste arrancó, se mantienen en las trincheras opuestas, bien sea porque las acciones gubernamentales no les arropan, al contrario afectan, no convencen o les hace vacilar o temer el discurso. Y sencillamente, la acción opositora, sobre todo la de carácter propagandístico, es superior a la oficial. En esto, habría que incluir las acciones del partido que no deben ser las espasmódicas y habitualmente electoralistas, hechas sin obedecer a un plan, un programa educativo sino en base a consignas sólo llenas de emotividad, sin sentido hacia afuera y ejecutadas como expresiones vanguardistas, por decir lo menos. En materia de proselitismo, por tener un partido (¿de verdad existe cómo tal?) con militancia acrìtica y obediente, destinada a desplegarse sólo en campañas electorales o actos oficiales, hemos sido poco creativos y audaces para conquistar militancia o voto opositor.
Ha tenido éxito la oposición en esos sectores, al asociar nuestra propuesta a interpretaciones sesgadas, de manera tal que en veces llegan a lo horripilante y ridículo, pero son aceptadas. Lo relativo a la propiedad, patria potestad y comunismo, son muestras de ella. No basta que uno no crea esos mensajes ridículos, lo importante es impedir que una parte inmensa de la población lo haga.
No sigamos todos empatados en cadena gritando al ¡ladrón!, porque se nos escapan las razones.

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