martes, abril 21, 2009

ROSALES NO SE EVADIÓ. NOS HAN ROBADO SU CEREBRO

Desde Venezuela


ROSALES NO SE EVADIÓ. NOS HAN ROBADO SU CEREBRO



ELIGIO DAMAS



La crisis capitalista no es mamadera de gallo. El asunto es más serio de lo que generalmente creen muchos, aún quienes de ella están pegados como recurso último para salir de Chávez. Hay varias manifestaciones, que no son expresadas en los sesudos trabajos de los técnicos y hasta de los futurólogos, que hablan por sí solas de la gravedad de aquella. ¿O de ésta?
La mansedumbre de Obama, que no sería la este ciudadano afroamericano, sino la del presidente de los Estados Unidos, puesta de manifiesto en un espacio donde siempre quienes le antecedieron en el alto cargo, llegaban con un látigo en mano a firmar- y poner a los demás en lo mismo - documentos que ellos antes habían dictado, es un síntoma evidente de la crisis. Porque, como dirían en mi pueblo, la masa no está pa´ bollo.
No obstante, pese toda esa humildad y empeño en caer en gracia, según el jefe del gobierno de Trinidad y Tobago, la declaración final de la “Cumbre de las Américas”, estaba cuadrada desde tiempo atrás. Por lo menos, eso leí en una de las reflexiones de Fidel Castro. Y este es un hombre muy serio y poco dado a pasar por gracioso.
Es decir, que pese a todo, Obama en Trinidad, dio una muestra que asume el asunto pelando el diente, pero sin aflojar mucho el puño.
Pero del otro lado, como resultado de los nuevos tiempos, condimentados por la crisis global del sistema, unos cuantos no firmaron aquel documento, porque a ésta ignora y las fórmulas que ofrece parecen de la vieja receta. No funcionó el tubo. Allí todo el mundo se atrevió a pedir el regreso de Cuba a la OEA y que al país antillano EE.UU levante el bloqueo. Y todo eso son también síntomas que las cosas andan revueltas.
El pensamiento económico, gerencial gringo, frente a las grietas, pareciera no dar pie con bola. Cierran una brecha por aquí con una paca de billetes inorgánicos y otra revienta por allá. Como cuando se pisa un cuero seco.
Estando así las cosas, en Wall Street, desesperados están. Y como sabíamos que eso vendría, dijimos anticipadamente, que había que cuidar a Manuel Rosales, para que los gringos no nos lo robasen.
Lo que el Alcalde de Maracaibo hizo de la “Hacienda La Milagrosa”, que todos ya conocen, es una muestra de talento productivo, reproductivo, clonador, administrativo y gerencial, que no puede estar desperdiciándose. Nosotros, incompetentes como somos, en lugar de subirle, en virtud de sus virtudes, le hemos bajado de candidato presidencial a gobernador y últimamente a alcalde, subalterno de quien jefe fuese.
¿Si ese hombre es capaz de hacer parir sus vacas hasta veinte veces al año, reproducir sus rebaños como Jesús los panes y otras hazañas increíbles, cómo vamos pretender que a un oscuro encierro vaya?
Por qué él, que se sabe limpio y puro, y no se trata de cantos de ballenas, estaba listo y preparado para enfrentar a sus acusadores. Le asesoraron maestros de verdad, como descendientes de aquellos Voltaire y Montesquieu, quienes según el propio Rosales, vivieron dos mil años antes de Cristo. Y por los caminos verdes, apuñaleado con todo lo que aquellos le enseñaron y con un grueso legajo de papeles bajo el brazo, con todos los números de cuentas, fórmulas, rosarios y artículos que avalan su inocencia, marchaba y de repente, quienes le cuidaban le perdieron.
No le encuentran ni quienes con sus esposas, detrás de él andan para que les entregue los regalos ofrecidos.
Algunos, bajo la inspiración de aquel general colombiano de apellido Naranjo, quien de todo sacó de la laptop de Raúl Reyes, dijeron al inicio que en el verdor de la montaña, como cosa valiosa, le metieron en un pendrive. Por lo menos de 16 Gigas debe ser el “aparatico” para que le quepa Rosales. En uno de menor capacidad no le busquen. El tiempo perderían.
Desde hace años, los gringos y ahora más recientemente los europeos, han venido poniendo en práctica, mediante diversos procedimientos, eso que se ha dado en llamar “robo de cerebros”.
Una sociedad forma jóvenes en su universidad, corre con los gastos y cuando están listos para servir, poner en práctica sus ventajosos conocimientos y destrezas, otra opulenta se los lleva. O como se dice en el lenguaje coloquial, una se come las verdes y otra las maduras.
El maestro Rosales, diestro en magia y truculencias, criador de mautes a medias, sin que nadie a él le robe, capaz de reproducir rebaños de manera “milagrosa”, tanto que hasta este adjetivo, con justicia y acierto, le utiliza para bautizar sus haciendas, las cuales también se multiplican velozmente, es por esas dotes un digno personaje a ser secuestrado por la CIA, FBI y los agentes económicos de Wall Street. Ese es un motivo, como dijese Italo Pizolante.
¿Cómo se va a desgastar esa joya, en labores poco significativas, mientras el sistema, como la banda, “está borracho?
Los gringos tienen experiencia en eso. Y no es solamente que como Raj, el hindú, “El Encantador de Serpientes”, han atrapado mucho talento de América Latina en los últimos veinticinco años, sino también de Europa. En medio y después de finalizada la segunda guerra mundial, mucho de los científicos y técnicos alemanes fueron atraídos a estados Unidos. Hasta de Venezuela, por culpa del sectarismo adeco, se llevaron a Fernández Morán, el llamado “brujo de Pipe”, por cierto, de verdad zuliano, insigne personaje, fundador del IVIC, a trabajar al servicio de universidades de allá.
¿Y siendo como ha sido, pese los disimulados golpes de pecho de Obama, cómo dudar que ante el desespero que genera la crisis y la eficiencia, talento y habilidades de Rosales, a éste no se lo hayan llevado, como quien se lleva la novia justo antes del matrimonio?
No creo pues que Rosales se haya ido. No tiene por qué. Es un líder limpio y puro. Si no pregúntenle a Ramos Allup o Ledezma, el preferido de Carlos Andrés Pérez. A Manuel, pudieron habérselo llevado para pedirle consejos o exprimirle el cerebro. Si no aparece, como uno espera que lo haga, por todo lo que él desborda, busquémosle, como a medio lucio, porque alguien nos lo ha robado.
Como aquel a quien alguien le robó su mes de abril.

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