viernes, febrero 20, 2009

DIA DE LA LENGUA MATERNA

INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,
INLEC DEL PERÚ
Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA



21 DE FEBRERO


DÍA
DE LA LENGUA
MATERNA


PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA



DERECHOS DEL NIÑO
EN TORNO AL LENGUAJE
Y LA PALABRA

Danilo Sánchez Lihón

"Los niños no tienen
más que derechos;
los adultos no tienen
más que deberes".
Carmen Sylva

1.

Todo niño tiene derecho
a que
se le reconozca que antes
de nacer
ya conocía el lenguaje. ¡Es
más!: él
es eminentemente lenguaje.
Que
los investigadores acuciosos
identifican
que a los tres años es un genio
lingüístico.
Siendo entonces la realidad
del problema:
¿qué podemos enseñar a
un genio?

2.

Todo niño tiene derecho
a que
se sepa que conoce y percibe
los mensajes
no solo por su forma, significado
y contenido;
sino por el ritmo, pálpito, eufonía.
Y sobre
todo por el carácter de los pasos,
del alma
y la respiración de los hablantes
e interlocutores.

3.

Todo niño tiene derecho a no
sufrir
esas lecciones convencionales
de lenguaje.
y sí más bien a ser escuchado
y gozar
de elogios, estima y aprecio por
las palabras
que sus labios pronuncian y emite
su boca.
A nombrar las cosas a su modo,
con su hablar
dulce y encantado que debemos
escuchar
atentos, reverentes y arrobados.

4.

Todo niño tiene derecho
a vivir
la felicidad en las palabras
que a él
se dedican y dicen. A proyectar
el amor
en ellas, a no aplazar la eternidad
ni el paraíso
sino vivirlo en los vocablos e
inflexiones
que hacia él se dirigen.

5.

Todo niño tiene derecho
a tener
una relación con la palabra
en su dimensión
de belleza, de sentido pleno,
de gracia
y de magia. Como si ellas fueran
frutas,
porque en verdad lo son, como
también
néctares y panales de mieles.

6.

A que
las palabras escogidas para él
sean
ciertas, maravillosas y esplendentes.
A rechazar
todas las que no sean fiesta, fruición
y alegría.
A pedir el cambio de un profesor
si
las palabras de este son grises y
opacas.

7.

Los niños
tienen derecho a revelarse
contra
quienes clasifiquen y nombren
sus palabras
como sustantivos, adjetivos
o verbos.
Más aún con la incriminación
de que son
pronombres o adverbios, dado
que denominarlas
así es maldad. O ¿qué es eso?
Sino
como palabras de viento, arcilla
o fuego.
Otras son marinas o acuáticas.

8.

El niño
tiene derecho en los exámenes
a ser quien
pregunte y no el que responda.
A quedarse
callado, sin que esto signifique
nulidad.
¿Porqué podríamos acaso al divino
silencio
considerarlo indigno, minúsculo
o nulo?

9.

El niño
puede otorgarle a la palabra
el sentido
que se le ocurra. Si se antoja
que carpeta
pueda significar barco o avión,
y que
pueda viajar y volar con ella
libremente
por el amplio cielo azul, que
el maestro
intente seguir dicha ruta, hasta
intentar
alcanzar con él las estrellas.

10.

El niño tiene derecho
a crear
lenguajes nuevos; y es deber
nuestro
tener que aprenderlos, así sea
que se nos
atasque la lengua en el intento.
A cada
palabra original que él invente
el adulto
ha de darle un significado hondo,
vasto,
y profundo. Y que complazca
al niño.

11.

A que
las palabras dirigidas hacia él
pesen
toneladas de cariño, apenas
miligramos
en relación a lo que es norma
y precepto.
Y realmente nada en relación
a sanciones,
o prohibiciones. Mucho menos
a castigos

12.

El niño
tiene total y absoluto derecho
a pedir
que se suspenda de manera
inmediata
a un maestro si hace del curso
de lenguaje
una materia hosca y penosa.
Peor aún
una asignatura gramaticalista
cuando
no hay nada más encantador,
mágico
y fascinante que volar cogido
a las palabras.

13.

El niño tiene pleno derecho
a apreciar
las palabras por el sabor a anís
que ellas
tienen; por su color y textura.
Y, sobre
todo, por la fragancia que sus
labios
en flor y pétalos desprenden.
Sin perder
el gustillo a miel. Y la música
de tambores,
timbales y violines que en ellas
resuena.

14.

A que
las palabras desentrañen
siempre
realidades y contenidos
íntimos,
profundos y afectivos. Que
nos permitan
viajar y estallar de emoción
y alegría.
Que ellas develen y abarquen
mundos
pródigos, llenos de luz,
del sol,
la luna y las estrellas.

15.

A que
no se les corrija las palabras
que pronuncian,
Mucho menos las que escriben.
No
olvidemos que ellos son genios
del lenguaje.
Que cuando presentan un texto,
o una
composición, vayamos al fondo
del asunto
y no a la superficie. Que tienen
derecho
a que se elimine de una vez
por todas
a las viejas brujas: la gramática
y la ortografía.

16.

Los niños tienen derecho
a exigir
que cada palabra que a ellos
pronunciemos
las respaldemos con nuestros
actos.
Y si es posible con nuestra
propia
vida. Si les dijimos: "paseo"
vayamos
a él así sea ya en espíritu.
Incluso
si horas antes y en el tramo
final
acaso hayamos sucumbido.
Entonces
tengamos que asistir así sea
muertos.

17.

A que
las palabras les enseñemos
a sentirlas
y pensarlas con autenticidad.
A soñarlas
con plenitud. A obrar con ellas
con autonomía,
buscando y ayudando a cada
uno de ellos
a encontrar su voz interior,
honda
y pletórica de afirmación y
de triunfo.

18.

A
expresarse construyendo
imágenes
y metáforas. Y a que a él
se le entienda
en ese código, dado que
él niño
es un artista consumado
en esa
dimensión acrisolada del
lenguaje.

19.

A pedir
el cambio de un maestro si
la voz
de este no es grata, dándose
un plazo
hasta que ella sea reeducada,
de tal modo
que se convierta en música en
sus oídos.
Y que más que comprender
las cosas
por su significado lo entiendan
por la melodía
que ellas evocan y desprenden.

20.

Tiene derecho a la palabra
en libertad.
A que las palabras sean libres,
sueltas
y a que le nazcan alas. Que
sean
saltarinas y felices. Que nada
pueda
aprisionar a las palabras,
en especial
las academias; a fin de crear
con ellas
el mundo nuevo que todos nos
merecemos.



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