viernes, octubre 31, 2008

EN MIAMI SE ACABARON LOS MANGOS BAJITOS

PUBLICADO POR JORGE DAUBAR
MIAMI, FLORIDA

EN MIAMI SE ACABARON LOS MANGOS BAJITOS


Decir sólo la verdad es la primera virtud del hombre. Hombre que miente no puede ser representante de pueblos. Político que traiciona la fe de sus votantes y se justifica con mentiras debe ser castigado con una derrota en las urnas. Ese es el caso de los hermanos Díaz Balart.

Acostumbrados a victorias fáciles, algunas veces sin necesidad de enfrentar a un contrario, creyeron que sus distritos eran reinos que les pertenecían a perpetuidad. Hicieron de la hipocresía, la arrogancia y la prepotencia las características más notables de sus relaciones con el electorado. Distribuyeron a sus sargentos por los edificios de ancianos y las áreas más empobrecidas de sus distritos para crear un clientelismo barato a base de pastelitos de guayaba e intimidación y, para colmo de estulticia, se envolvieron en banderas cubanas cuyas trasparencias los dejaban con las vergüenzas al aire. Los hermanos Díaz Balart siempre han sido reyes desnudos.

En tiempos de España circulaba en Puerto Rico una moneda llamada "vellón de oro". Por extensión, a esas máquinas tragamonedas que dan música a cambio los puertorriqueños las nombran "velloneras" y de paso, ya en plan de calificativo, para ellos los políticos corruptos son también unas velloneras, por aquello de que le meten la monedita y cantan la canción que se les pide. Pues bien, en fecha reciente un senador estatal puertorriqueño, Jorge de Castro, bajo investigación por el FBI, declaró en una conferencia de prensa que Lincoln Díaz Balart había recibido de sus manos, en varias ocasiones, bolsas de dinero a cambio de favores políticos. En Puerto Rico, el gracejo popular ha bautizado a los implicados en ese caso, incluido Lincoln Díaz Balart, como el Combo de las Velloneras. Sin embargo, al ser enfrentado a este hecho por Raúl Martínez se defendió diciendo que "esas alegaciones no existen", a pesar de que medio Miami había presenciado por televisión un reportaje de WAPA acerca de eso. Igualmente, negó que hubiera sido penalizado con una multa de 30 mil dólares en las pasadas elecciones por irregularidades en la recaudación de fondos para su campaña confiando en la mala memoria de los votantes.

Lo mismo ocurre con Mario Díaz Balart, quien lanza lodo sobre la reputación de Joe García inventándole historias de corrupción pero sin atreverse a suscribirlas con su nombre y su voz. Desde días recientes, toda esa infamia que emiten las campañas de los dos hermanos aparece como anuncios pagados por el comité nacional republicano. Incluso los dos en que Lincoln y Mario se adjudican, cada uno por su lado, la autoría de la ley NACARA, robándole el mérito al representante Luis Gutiérrez, de Chicago, que fue su impulsor en el caucus hispano de la Cámara, donde los demócratas son mayoría en un 96%.

Por cierto, el récord de libros tomados en préstamo por Lincoln Díaz Balart en la Biblioteca del Congreso no se compadece con su declaración de que pasa los fines de semana leyendo. O lee muy despacio o no lee nunca.

Raúl Martínez no es un santo para los altares pero sus milagros en Hialeah se notan y a los políticos se les califica por su obra. A Joe García lo conocí en Lima, Perú, cuando gestionaba en la embajada norteamericana las visas de los cubanos refugiados allá. Lo ví consolando tristezas, disipando angustias, colaborando activamente con los entrevistadores, a pesar de los riesgos que corría por su trabajo en el Fondo Éxodo. En Lima, los colaboradores de la embajada castrista se mueven con total impunidad.

José de la Luz y Caballero escribió que "sólo la verdad nos pondrá la toga viril". Esto quiere decir en cubano que los mentirosos no alcanzan la categoría de hombres.


La búsqueda de la libertad sólo vale la pena si es una obsesión sin punto final

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