martes, mayo 27, 2008

DE LA ESTRATEGIA COMUNICACIONAL DEL OFICIALISMO

DE LA ESTRATEGIA COMUNICACIONAL DEL OFICIALISMO


Desde Venezuela

A propósito de opiniones emitidas por Vladimir Acosta



Eligio Damas


“Escribe que algo queda”
Kotepa Delgado

Tres o cuatro días atrás, estando en Caracas, escuché por RNV a mi viejo compañero del MIR, Vladimir Acosta; con la libertad y honestidad que le son inherentes, abordó el tema relativo a la estrategia comunicacional del sector que respalda al gobierno y presidente Chávez. Por las cosas que dijo, respaldo moral que significan sus opiniones, críticas vertidas, con las que quien esto escribe ha coincidido, opté por volver sobre este tema.
Varias semanas atrás, específicamente el 04 de abril del corriente año, publiqué un artículo titulado “A GLOBOVISIÒN CON LA ROSA DE LOS VIENTOS”; allí expuse con discreción algunas objeciones a lo que hemos llamado la estrategia comunicacional de sectores del oficialismo.
Conciente estaba y estoy, que quienes incurren con demasiada frecuencia, por no decir de manera reiterada, en lo que he apreciado como inapropiado, lo que señalé en esa oportunidad, gozan de gran audiencia y hasta respaldo político significativo. Y pese a que una sola golondrina no hace verano o como en un momento el presidente Chávez dijo, citando a un poeta brasileño, un solo gallo no hace el amanecer, soñé aquel como el modo adecuado de contribuir modestamente para se abriese una rendija que llevase a un debate por darse, por encima de las preocupaciones e incomodidades que pudiera provocar.
En ese artículo dije que, en la confrontación ideológica para establecer los caminos para alcanzar nuevos estadios en la sociedad venezolana, “cada quien se verá tentado a llamar la atención sobre algún opositor y sus opiniones, cuando ello sea conveniente; sobre todo porque haya alcanzado cierta trascendencia y sea necesario desmontarle el discurso. Pero volverse obsesivo, tanto como para llamar la atención sobre aquel, las cosas que dice, cuantas dice y lo que muestra, a un universo que poco le para o pone atención, puede resultar un remedio peor que la enfermedad”.
En el caso específico de programas audiovisuales del sector revolucionario, que se han vuelto maniáticos en aquello de marchar detrás del ritmo y dirección que imponen los de oposición, expresamos “…no es bueno que los medios oficiales, por una equivocada estrategia o sobreestimación del enemigo, sin desearlo, se conviertan en portavoces de ellos”.
Y agregué, refiriéndome a las ridiculeces y absurdos que constantemente se producen en aquellos medios contrarios al proceso de cambios que marcha en Venezuela, “Es bueno dejarles que hablen como locos, que empalaguen a la gente y que ésta, por muy terca que sea, confrontando con la realidad, saque sus propias conclusiones. Sobre todo si esa gente, no va a cambiar, por mucho que del lado opuesto se le diga”.
Me refreía en este último párrafo, a la equivocada idea que parecen manejar algunos comunicadores del lado revolucionario, según la cual deben responder o referirse a todo lo que los medios opositores digan o hagan. Y de esta manera, no sólo llamamos la atención hacia ellos, sino que nos ponemos a discutir lo que disponen y olvidamos hacerlo sobre las iniciativas que debemos tomar y las metas para nuestras luchas. Es decir, el enemigo marca ritmo, orden y fin de los debates y nosotros marchamos retrasados respondiendo cuanta necedad o “bolsería” a ellos se les ocurra.
Muchas de estas cosas suceden, entre otras razones, por lo difícil que es hacer un programa extenso y diario. Es una tarea muy ardua, y esto es solamente un ejemplo, a menos que se disponga de grandes recursos y un muy sólido financiamiento, producir a diario un programa humorístico de calidad. Igual pasa en muchos otros casos o tipos de programas. Además, por aquello del “ratting”, se corre el riesgo de caer en el facilismo, rutina, repetición y en la trampa; en este caso, la de trabajar sin quererlo, ni sospecharlo, para el enemigo. No por casualidad, el refrán dice que en veces, “cachicamo trabaja para lapa”. Sobre todo lo hacemos a partir de lo que aquel produce o va dejando por allí. Como migajas que esparce para llevar la presa al matadero o a la jaula. Es como un volverse paràsito del adversario.
No se puede negar que alguien se ha favorecido o algo se ha ganado en eso. Algunos de los nuestros han podido promocionarse y hacerse conocer ante la opinión pública. Eso no es del todo malo. Pero habría que preguntarse cuál es el costo.
No es complicado constatar como los medios adversarios asumen una postura contraria. La suya consiste en silenciarnos o ignorar todo lo que digamos o hagamos. Llevan la ofensiva e inventan y magnifican todo aquello que acontece que pueda perjudicarnos. Si la noticia, procedente de medios informativos internacionales y/o independientes (si los hay) no favorece sus planes, entonces apelan al recurso de sesgarla mediante el título.
El debate dado en la oportunidad del referendo por la reforma constitucional fue una muestra viva de lo que estamos sustentando. El adversario marchó siempre por delante, inventando, mintiendo y nosotros detrás respondiéndole y sirviéndole de repetidores. Pero pese que eso lo mencionamos como un error a la hora de hacer el balance respectivo, en cierta medida, no hemos cambiamos de conducta.
Por estas cosas, cuando escuché a Vladimir Acosta, analizar críticamente el asunto y llamar a nuestros comunicadores y programas audiovisuales, a no seguir detrás del adversario; negarse a continuar permitiendo que éste les imponga lo que deben discutir y ventilar; nada de estar a la defensiva permanente ni haciéndole de portavoces, decidí volver a replantear el problema por este medio. Y además, me sentí tentado a hacerlo, recordando aquello que decía Kotepa Delgado, “escribe que algo queda”.

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