martes, enero 29, 2008

SEMANA ANIVERSARIO NATALICIO DEL APOSTOL JOSE MARTI PEREZ

ENVIADO POR NR
PUBLICADO POR HECTOR GARCIA SOTO

Semana Aniversario Natalicio de José Marti

Maria nace en nov 28, 1880 hija de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, > cubanos, quienes tenían una casa de huéspedes en New York en la época en que > Martí llega a esa ciudad, después de haber sido desterrado de Cuba hacia > España. Poco después –a principios del mismo año 1880- Carmen y su hijo > arriban y en perfecta armonía se une el matrimonio residiendo en la casa de > huéspedes donde ya habían otros niños: Manuel de 9 años, Carmita de 7 y > Ernesto de 3. En enero del 1881 Marti va a Venezuela y Carmen a Cuba porque > ella no accede viajar a ese país. Y el Marti poeta aflora soñando y penando > por la ausencia del niño; ausencia que convierte en versos naciendo Ismaelillo, > el “libro que es cosa de alma”, dice Josee Martí. A mediados de año > regresa de Venezuela y en el 82 se le une nuevamente Carmen y el hijo. Aun los > cánticos amorosos en prosa y en versos son dedicados a P epito, ....porque > pensando en su hijo se le llena el alma de jazmines aunque habrá quien no le > halle perfumes... “y yo solo me amo en él” reitera en 1885. > > Ismaelillo es impreso en Abril 1882> dedicada a su hijo José Francisco Martí Zayas-Bazán.> > > > La niña que le ayudó a sobrellevar la ausencia del hijo.> > > Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo> ashiningworld@cox.net> > > > > «RECUERDOS DE MIS PRIMEROS QUINCE AÑOS»> > > Por MARÍA MANTILLA > > > ¡Qué grato es vivir con recuerdos tan vivos y llenos de cariño > como los que llevo yo en el alma! Viví junto a Martí por muchos años, y me > siento orgullosa del cariño tan grande que él tenía por mí. Toda la > educación e instrucción que poseo, se la debo a él. Me daba las clases con > gran paciencia y cariño, y cada vez que tenía que hacer un viaje, me dejaba > preparado el itinerario de estudios que había que hacer en cada día, durante > su ausencia. En medio de todas la agonías y preocupaciones que llevaba sobre > sí, nunca le faltaba tiempo que dedicarme.> > > > El francés me lo enseñó de manera sencilla y fácil de > comprender; pero su mayor afán eran mis estudios de piano. Su deseo era que yo > llegara a ser una buena pianista que nunca logré serlo, pero sí pudo lograr > tocar lo suficiente en aquellos años de niñez, para proporcionarle a él > muchos ratos de placer. Siendo yo aún niña, se empeñaba siempre en llevarme a > las reuniones de La Liga, una sociedad de cubanos de color, todos hombres de > gran talla, de más de seis pies. La idolatría de estos hombres por Martí era > cosa admirable. Lo veneraban.> > > > De Martí, el caballero, quedan grabados en mi mente tantos detalles > de delicadeza y galantería con las "damas", como decía él. Para él, la mujer > era cosa superior. Siempre tan fino, y con alguna frase de elogio en los labios. > Cuando se daba alguna reunión, en que se citaban las familias cubanas para > celebrar algún santo o alguna otra ocasión, había música y un poco de baile, > y Martí siempre sacaba a bailar a las señoras y señoritas menos atractivas y > luego yo le preguntaba: > "Martí, ¿por qué es que usted siempre saca a bailar a las más feas?" > Y él me decía: > "Hija mía, a las feas nadie les hace caso, y es deber de uno no > dejarles sentir su fealdad". > > > Como éste, muchos otros detalles de su caballerosidad.> > > > Cuando, a veces, mi hermano Ernesto nos hablaba con rudeza, o alzaba > la voz, Martí le decía: > "¿A qué tú no le hablas así a la niña vecina;> y por qué lo haces con tus hermanas, > que merecen más delicadeza y finura que las extrañas?" > > > Recuerdo también, que cuando yo tenía siete años, un día que yo > iba con Martí por el campo -pues estábamos de temporada en Batch Beach- y > sentados los dos bajo un árbol, me picó una abeja en la frente y en el > instante Martí la trituró con los dedos; de ese episodio resultó el verso > sencillo que dice: > > Temblé una vez en la reja > la entrada de la viña > Cuando la bárbara abeja> Picó en la frente a mi niña > > > Cuando él escribía algún artículo o carta o lo que fuera, su > cerebro trabajaba con tal rapidez que las ideas le venían más ligeras de lo > que la pluma le permitía escribir, y al concluir me llamaba y me decía: > > "Mira, lee esto y dime qué dice aquí", > > .....porque él mismo no entendía lo que había escrito; pero yo > sí lo entendía. Siendo su discípula, yo conocía cada rasgo de su letra. Él > me decía que yo era su secretaria. A veces me dictaba mientras se paseaba por > el cuarto, y yo tenía que escribir muy ligero para no perder una frase.> > Mi último recuerdo de Martí es del día que se despidió de > nosotros, > cuando salió para Santo Domingo. > > > (Articulo publicado en El Mundo, jueves 2 de marzo de 1950).

Enero 2008> ashiningworld@cox.net > Miembro de la Unión de Colaboradores de Prensa > (UCP) >

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