miércoles, octubre 10, 2007

MORAL BASICA FUNDAMENTO DE TODA ETICA

MORAL BÁSICA FUNDAMENTO DE TODA ÉTICA. EL EGO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO Y LA ÉTICA.

Ética Política, Cristiana y Revolucionaria

Por Félix Sautié Mederos. E-Mail: fsautie@yahoo.com
Desde CUBA

En la anterior entrega o capítulo de esta serie, comencé a exponer los conceptos morales y éticos a partir de la contraposición con aspectos negativos o dañinos dentro del desenvolvimiento social. En vez de hacerlo con sentido positivo a partir de la exposición de la norma que nos orienta a poner en práctica lo que es correcto y adecuado, lo plantee a la inversa, pues desde lo negativo del asunto esbocé los principios morales y la práctica ética que se interponían a estos problemas.

Con este concepto básico apofático desarrollé la contraposición de la ética hacia la secularización extrema de la sociedad y el individualismo que nos invade por todas partes. Ahora en este capítulo continúo con el mismo criterio de contraposición y voy a desarrollar el tema a partir del ego que todos llevamos dentro, con sus aspectos positivos pero poniendo especial énfasis hacia la manifestaciones negativas, que por demás tienen algunos puntos de contacto con el individualismo. Me dedicaré a buscar en el ego sus aspectos negativos para contraponerle una actitud adecuada de enfrentamiento y práctica social positiva. Este es un problema que afecta a todos, pero que tiene una mayor incidencia en las personas que desempeñan actividades y funciones de dirección y de liderazgo en las diversas instancias de la sociedad.

Sobre el ego que todos llevamos dentro he escrito varios artículos periodísticos pero solo con algunas aproximaciones al tema, ya que tiene una muy especial importancia dentro del desenvolvimiento de las relaciones sociales. El ego que todos llevamos dentro, como ya he expresado, manifiesta una muy directa relación con la auto estima y con la personalidad de cada cual.

En consecuencia el reconocimiento adecuado y la atención al ego que todos llevamos dentro, es algo muy importante para la formación y desarrollo de nuestra personalidad y para el justo desenvolvimiento de nuestras relaciones familiares y sociales en sentido general. Ignorar al ego que todos llevamos dentro es dañino y perjudica seriamente a la necesaria dosis de autoestima que todos deberíamos poner en práctica pero también su desconocimiento puede llevarnos a una desvaloración general de nuestras posibilidades personales, además de la posibilidad de equivocarnos de rumbo en el desenvolvimiento de nuestras relaciones familiares y sociales en sentido general.

La otra parte del problema es cuando ese ego que todos llevamos dentro llega dominarnos afecta todo nuestro desenvolvimiento personal y social, resulta muy difícil de reconocerlo porque la propia manifestación del ego que atrapado por su propia vanidad lo impide. Hay un límite de reconocimiento y atención de nuestro propio ego que debe ser observado con sumo cuidado sin insuficiencias y sin excesos. Porque cuando se manifiestan insuficiencias no llegamos a una adecuada consideración sobre nosotros mismos y cuando lo excedemos vemos el mundo alrededor de nuestra persona, tratando de imponer nuestros criterios y nuestra voluntad a como sea.

El ego puede llegar a ser uno de los mayores enemigos de quienes pretendan trabajar con y por los demás. Porque el ego que todos llevamos dentro y que constantemente puja por salirse hacia el exterior y dominar nuestros actos, nuestros intereses y las perspectivas del futuro que tenemos por delante, puede afectar seriamente nuestras relaciones humanas y todo el desenvolvimiento de nuestra vida social.

Como ya hube de plantearles, los límites del ego personal y de la necesaria autoestima constituyen un asunto complejo y determinante para el desenvolvimiento de nuestra vida social y para papel que debemos desempeñar en las relaciones con los demás. ¿Hasta donde debe llegar nuestro ego para obtener una autoestima positiva y necesaria para que nuestra vida sea útil y próspera?, es el asunto que debemos solucionar con inteligencia y nobleza de espíritu. Todo egoísmo deviene un acto innoble en definitiva y más innoble aún cuando daña la vida de la sociedad. Una importante manifestación de generosidad es hacer dejación de nuestro ego personal cuando su manifestación daña a los demás. Saber peregrinar por la vida es algo muy importante para cualquier persona y mucho más para quienes ostentan algún tipo de liderazgo social.

Por otra parte, para todo el desenvolvimiento de nuestra vida en sociedad es muy importante la consideración de que en la realidad en este mundo estamos en tránsito. El movimiento y su dialéctica consecuente hay que tenerlos muy en cuenta en todas las circunstancias y coyunturas de nuestro peregrinaje terrenal, sobre todo cuando la biología nos plantea la disyuntiva de hacer mutis en nuestras responsabilidades sociales y darle tránsito libre a los que viene detrás de nosotros. Este es un problema muy complejo y que tiene mucha importancia para el transito generacional que determina mucho para el permanente futuro que siempre tenemos por delante. Aquello que a principios del siglo XX plantearon varios filósofos en el sentido que hay generaciones tan fuertes que anulan a las generaciones que viene detrás. Esta es una verdad que

Un líder político, gubernamental, social o religioso, una persona pública, un padre de familia, una madre, un profesor, un jefe administrativo, un pastor, un sacerdote no pueden permitirse la preponderancia del ego por encima de los intereses de la comunidad. El ego es un enemigo perverso que se desarrolla en forma sutil y persistente alimentado por los elogios, los reconocimientos y la adulonería. En política la doble moral y el oportunismo coadyuvan al elogio del ego de los dirigentes y pueden llegar hasta la sacralización de La intransigencia y el dogmatismo coadyuvan en estos procesos incentivando al ego a partir de un conjunto de concepciones que pueden llevarnos a pensar que la verdad es verdad porque nosotros la decimos y que los demás tienen poco que añadir a lo que decimos fuera de las concepciones que hemos acuñado como las verdaderas por nuestra cuenta y riesgo.

Una deformación muy importante del ego es la pérdida de un verdadero sentido autocrítico de la vida, lo que nos lleva siempre a culpar a los demás de los problemas que se nos presentan, porque no somos capaces de buscar la responsabilidad que nos corresponde y llegamos a pensar que nosotros siempre hacemos lo correcto y lo único posible, sin ver que la acción colectiva es lo verdaderamente eficaz en un mundo donde el conocimiento de la ciencia, de la tecnología y del desarrollo de los seres humanos se ha extendido tanto que solo puede ser abarcado por el pensamiento y la acción interdisciplinaria y especializada. En estas circunstancias las manifestaciones de un ego absoluto e infalible solo podría mantenerse por la fuerza externa que propicia el miedo o por la sacralización de ese ego.

La interdependencia se hace cada día más necesaria e imprescindible y el mayor enemigo que puede tener esta concepción es el ego que se impone por sobre los demás y que propicia la dependencia y la sojuzgación. El ego es como Saturno devora a sus propios hijos e incluso a sí mismo y alcanza un punto de dominio sobre nuestra vida que se nos hace imposible reconocerlo como tal porque nos lleva al convencimiento de que solo nosotros tenemos la razón y se diluye dentro de una personalidad que ha perdido todo juicio objetivo para reconocer que se ha enfermado con una dolencia crónica con muy pocas posibilidades de ser curada.

El ego incluso limita sus posibilidades de contagio cuando ha llegado a un punto tan avanzado de desarrollo que impide reconocer ego en los demás porque pierde toda la conciencia de su existencia para reconocerse solo a sí mismo y para concederle a los demás posibilidades de desarrollo independiente. Entonces el ego en esas circunstancias ha llegado a un punto de gravedad que se hace irreversible para siempre en nosotros y nos acompaña hasta la tumba frustrando todo lo que se le pone a su alcance y haciendo un daño de incalculables proporciones a nuestro alrededor. Por todo esto y por mucho más que se me escapa, es que debemos estar siempre alertas con nuestro propio ego y con el de los demás que nos rodean.

En esta dirección Jesús fue completamente radical con sus apóstoles al plantearle expresamente que: “si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo

(SEMANARIO UNICORNIO, PERIÓDICO POR ESTO, MÉRIDA YUCATÁN. PUBLICADO EL DOMINGO 7 DE OCTUBRE DEL 2007)
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