viernes, octubre 12, 2007

DESDE VENEZUELA

BOLÍVAR Y LOS JEFES ORIENTALES SE MIRARON CON RECELO
Eligio Damas

El regionalismo o localismo es tan viejo como la historia. Y este localismo, que no es tan simple, tuvo mucho que ver con las discrepancias puestas de manifiesto entre los jefes del ejército patriota. Es más, en gran medida, este provincialismo tuvo repercusión a lo largo de la historia nacional hasta muy avanzado el siglo recién ido.
La España que llega a América a fines del siglo XV aún no constituye un estado nacional. Está aún enfrascada en la guerra contra los moros y con una fuerte dosis de relaciones feudales. En suma, la España que arriba a América en la persona de Colón, no tiene la unidad de las naciones modernas. Decenas de años después, cuando inicia la conquista, las relaciones de aquel país siguen siendo, en gran medida, de carácter feudal, aunque es inobjetable que ha entrado ya en una etapa de desarrollo capitalista que, el crecimiento de las colonias y el traslado desde éstas de cuantiosas riquezas, van a acelerar.
Por esa imbricación de relaciones viejas y nuevas dentro de España - de feudalismo que se deshace y capitalismo que avanza -, en gran parte, España va reproducir en sus colonias de América relaciones y fórmulas políticas-económicas que allá estaban en desuso o tendían a desaparecer.
En Venezuela nacen unas provincias que a lo largo de los años, hasta 1777 cuando se crea la Capitanía General de Venezuela, vivieron ignorándose unas con otras. Cada provincia mantenía relaciones con España a través de Santo Domingo o Nueva Granada. Así pues que Cumanà, Caracas, Maracaibo, Guayana y Coro, para nombrar algunas de aquellas provincias, se ignoraban unas con otras. Por años, hasta finales del siglo XVIII, se prohibió el comercio entre colonias. Cuando por presiones y conveniencias de la realidad económica se les otorgó ese privilegio, no tardó mucho el Estado colonial en volver prohibirlo y pese a que ya se había creado la Capitanía General.
El sentimiento provincial se puso de manifiesto en los movimientos de abril y mayo de 1810, cuando las provincias no sólo se declararon independientes del régimen hispano y de cualquier otro lazo. Así, la Junta Patriótica de Cumanà de 1810, declaró "que ha invitado a Caracas porque no tiene dudas de lo recto de sus intenciones", pero señala en documento a la Junta de Caracas, sus deseos de mantener a la provincia de Cumanà como autónoma. El Código Constitucional del Pueblo Soberano de Barcelona establece sin equívocos que "La República de Barcelona es una e indivisible".
Es una conducta natural reforzada por más de doscientos años de historia. La Capitanía misma poco interés puso en acabar con ese espíritu provincial, pues en gran medida las relaciones económicas de las provincias seguían funcionando de la misma forma. Los puertos de Cumanà, Puerto Cabello, La Guaira, Coro y Maracaibo, eran puntos de enlaces de las provincias con regiones también diferentes de España.
Y no pudo la primera república, pues le era imposible, pese las acciones del año 10, las memorables realizaciones del Congreso del 11 y los esfuerzos en todo el territorio nacional por mantener esa república, contagiar a los venezolanos de un espíritu nacional arraigado.
En 1817, bien avanzada la guerra, el ejército patriota confrontó problemas derivados de ese fuerte sentimiento provincial. Bolívar el 7 de noviembre de 1817, desde Angostura, dirige una comunicación al general Bermúdez, el mismo que lo desconoció en la batalla de Aragua de Barcelona de 1814, en los términos siguientes:
"La frecuente deserción de los soldados de unas divisiones a otras bajo el pretexto de ser naturales de la Provincia donde obra la que se va a acoger, es un principio de desorden y de insubordinación militar que fomenta el espíritu de Provincia que tanto nos hemos empeñado en destruir. Los venezolanos deben con igual interés defender el territorio de la república donde han nacido que el de sus hermanos, pues Venezuela no es más que una sola familia compuesta de muchos individuos ligados entre sí (por lazos) indisolubles y por sus mismos intereses. En consecuencia, prevengo a U.S. que tome el mayor interés en aprehender todos los desertores de otras divisiones que se refugien en esa provincia, remitiéndoles bien asegurados a sus jefes para que les castiguen conforme a ordenanza. Etc., etc.
Bolívar
Esas reflexiones del Libertador, fáciles de entender y adherir hoy, no tenían asidero en el concepto político-histórico-territorial de la mayoría de la población. Si hasta los propios generales tenían dificultades para digerirlas.
¿Y no habría en ese documento más que un ordenar a Bermúdez la detención de desertores, la intención de reiterar un planteamiento y moverle a reflexión sobre una cuestión de indudable importancia para el éxito de la guerra?
Quizás este desconfiar unos de otros, no comprender aún que el país era uno solo, desde la montaña andina hasta las costas orientales; el poco conocimiento que de los lideres tenían unos de otros; la poca experiencia militar de la mayoría de los jefes patriotas y el no haber convivido lo suficiente y el sólo haber estado juntos para compartir, la más de las veces los desagrados de las derrotas, aunados a factores de mayor envergadura, influyeron para que la nueva experiencia que fue la segunda república, terminase en el fracaso.

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