domingo, julio 29, 2007

REALISMO MAGICO AL PRINCIPIO FUE EL VERBO DESPUES

REALISMO MAGICO ALPRINCIPIO FUE EL VERBO DESPUES
…EL HOMBRECITO DE LA AVENA
El primer método que encuentra un niño para penetrar en el mundo de los idiomas es sin duda la lata de avena « Quaker Oats ». Cuando ya en las escuelas le han sido entregadas las primeras herramientas para estar en posesión de los secretos de la lectura y la escritura, empieza a encontrar, junto al refresco diario, no sólo el motivo más a su alcance para ejecitarse en los nuevos en los nuevos conocimientos, sino también para penetrar otros más complicados, pero con los cuales el primer guarda una estrecha relación. A lado de una lata de avena, hay seis u ocho cuadritos, cada uno de los cuales interesa de manera directa a seis u ocho grupos distintos de personas en diversos lugares del mundo. Un cuadrito en español, debajo del cual puede leerse « Spanish »- como para que no haya motivo de equivocación- en el cual se explica cuántas cucharaditas de avena deben emplearse porc ada dosis, a qué temperatura debe hervir y cuál es la receta para que la avena se convierta en un refresco, en sopa o en hojuelas. Pero ese tiene un interés especial en la cocina. Al niño le interesa algo más importante : saber cómo se dice cada una de las palabras en los idiomas que allí figuran, sin preocuparse siquiera por saber en qué lugar del mundo hay una mujer meneando su refresco de acuerdo con las instrucciones árabes, chinas o malayas.Pero no termina allí el interés de la lata de avena . Su rótulo a tres o cuatro colores es, asimismo, el primer motivo de angustia que se recuerde. AldousHuxley no lo pasó por alto y lo elevó a la categoría de ejemplo filosófico en una de sus novelas. Kafka, si su vida de miseria le hubiera dado alguna vez oportunidad de observarlo detenidamente, seguramente lo hubiera explotado mejor que nadie. Es el hombrecito de la avena el que tiene en la diestra- como una pieza de baraja- una etiqueta donde hay un hombrecito de avena que a su vez tiene en la mano una etiqueta donde hay otro hombrecito que, también el, tiene en la diestra una etiqueta donde, ya invisible, parece observarse un quinto hombrecito que a su vez…Si el dibujante hubiera sido uno de aquellos virtuosos miniaturistas que se quedaban ciegos después de haber grabado un Padrenuestro en la cabeza de un alfiler, habría tenido en la realización de esta etiqueta un motivo para eternizarse.Pero su incapacidad física para seguir dibujando indefinidamente infinitos hombres de la avena, lo obligóa a hacer algo peor : a dejar el trabajo en el tercer hombrecito, ya casi invisible. Y es como si al final de una angustiosa progresión geométrica hubiera puesto, para salir del paso : etcétera, etcétera. Y eso fuel o grave, porque cuando los niños descubren el etcétera y comprenden el secreto de la etiqueta tremenda, se sienten indudablemente al borde de la locura. Si esto no fuera arriesgado,no resultaría extraño afirmar que muchos de los trastornos que hoy sufre el mundo, las guerras, los desacuerdos internacionales y el existencialismo, son el producto de una humanidad que aprendió a hacer desesperados ejercicios mentales en ese abismal ejercicio del hombrecito de la avena.

Gabriel García Márquez

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