viernes, julio 27, 2007

EL DEBATE, LOS DEBATES

El debate, los debates

José Vicente Rangel
Aporrea
No hay planteamiento más fácil de rebatir por lo banal, que el que suele hacer la oposición de que en Venezuela no hay debate -consecuencia del argumento madre: no hay libertad. Que impera la voluntad omnímoda de Chávez, y que todo en el país está entubado. No entiendo cómo se puede sostener ese argumento, contrastante con la realidad en que a diario nos desenvolvemos. Me explico: durante los años de Chávez en la presidencia se ha debatido como nunca, con la particularidad que se hace con la mayor libertad que haya tenido el país. Con plenas garantías para todos. Donde nadie que exponga sus puntos de vista es reprimido. El señalamiento de que hay miedo para opinar debería avergonzar a quienes lo utilizan. También hay que señalar que el debate, o los debates, se caracterizan por una amplia participación. Por primera vez la discusión permea el tejido social. No se queda en la superficie; y en él tienen protagonismo concreto ciudadanos de todos los sectores, a diferencia de otras etapas de la vida nacional en que los temas los asumían sólo los representantes de las élites políticas y culturales. Para aprobar la actual Constitución se dio un amplísimo debate, tanto en el Parlamento como en la calle. Lo que hizo que la Carta Magna aprobada sea la más consultada y discutida de nuestra historia; y que el "libro azul" se convirtiera en el más solicitado y leído de todos los que hasta el momento nos rigieron. Además de la Constitución se han debatido iniciativas importantes: la revocatoria del mandato popular, tema tabú en cualquier otra parte del mundo; la relación institucionespueblo; el sistema de salud; la educación; la Fuerza Armada; el modelo económico, etc. Debates pródigos en insólitos aportes, en incorporación de la gente común sin intermediación. Por ejemplo, sobre política exterior se ha dicho cuanto se ha querido, se cuestiona la línea del gobierno y éste la defiende; sobre el medio de comunicación hay una discusión en profundidad que hace que el tema, manejado antes con visión académica y en cenáculos, se convierta en materia a la cual acceden los ciudadanos –con posiciones antagonicassin las inhibiciones del pasado. ¿No se aborda ahora de manera franca el papel de la Iglesia católica en una sociedad en proceso de cambio? ¿Acaso el tratamiento, confinado antes al cogollo de los obispos, no contrasta con la frescura que ahora le comunica la participación popular?. Surgen nuevos desafíos para el debate democrático a cada paso. En la actualidad, asuntos como el funcionamieto de las clínicas privadas, el rol de la reserva militar, el partido de los socialistas unidos, el Socialismo del Siglo XXI y la reforma de la Constitución, figuran en agenda. Pero no una agenda secreta sino abierta, donde la reforma de la Carta del 99 será sometida a la exigente prueba de una discusión sin limitaciones, tan pronto el proyecto esté listo y pase a la consideración de la Asamblea Nacional. Donde por cierto no hay representación de la oposición por la torpeza en que ésta incurrió cuando se abstuvo en las elecciones parlamentarias. Debates sobran, como sobran los temas. Sólo que en la actualidad se trata de debates desde otra perspectiva y con otros contenidos. Por eso es que aquellos que secuestraron el debate durante décadas no entienden lo que ahora pasa en Venezuela. LABERINTO El enfrentamiento en la Iglesia católica pica y se extiende. El Vaticano tiene una posición diferente a la de la jerarquía venezolana. La representa el Nuncio, quien hasta ahora ha tratado de controlar la reacción de los obispos. El cardenal Urosa adoptó, al comienzo, esa línea y Baltazar Porras se replegó a su diócesis de Mérida. Fue cuando desapareció de los medios y guardó el discurso apocalíptico. Pero aprovechó el tiempo moviéndose por el país y ahora retorna cabalgando sobre la nueva polarización estimulada por temas como el cese de la concesión de RCTV, la enseñanza privada, el proyecto de Ley de Educación, la Reforma Constitucional. Porras tiene a Urosa contra la pared, y con su declaración agrediendo a Chávez desde La Habana toma la iniciativa. Pero la procesión anda por dentro... Porque el pugilato en la cúpula eclesiástica permea y desata reacciones en los sacerdotes que abogan por la misión social de la Iglesia y un deslinde con los factores políticos y económicos que influyen sobre la CEV... Quienes apostaban al desastre de la Copa América y se ilusionaban con el fracaso de la organización del evento, cuestionaban los estadios y anunciaban masivos repudio del público, ahora se repliegan con el reconcomio de siempre. Se consuelan destacando que grupos opositores -minorías insignificantes- gritaban en las gradas contra Chávez. Lo cierto, lo contundente, lo innegable, es que hubo dos triunfadores: Brasil y Venezuela... También fallaron los preparativos de sabotaje. Había planes con participación de paramilitares colombianos y otras yerbas. Pero el operativo de seguridad funcionó eficazmente: detectó a tiempo los hilos de la madeja terrorista y la neutralizó... La euforia oposicionista que se desató porque Venezuela no ingresaría a Mercosur, se evaporó. Más bien se fortaleció la política integracionista auspiciada por Venezuela. De nuevo la actitud clara y sin ambiguedades se impuso. Los agoreros que ligaban que Venezuela quedara aislada en la región, andan con un ratón atroz. Igual que con el Viaducto... Pregunta inquietante: ¿Conoce el presidente Uribe la actividad en territorio venezolano de elementos de la inteligencia militar y otros servicios de seguridad del Estado colombiano? Si sabe lo que sucede, y lo permite, expone temerariamente la relación con nuestro país. ¿Motivo? ¿Acaso lo que ocurre tiene que ver con la actividad sin control de asesores norteamericanos del Plan Colombia y el Patriota? También puede ser que los "santificados" organismos de inteligencia del vecino país, tengan una autonomía que facilite operaciones encubiertas en Venezuela. Cualquier hipótesis es delicada, y nos aproxima a una eventual confrontación. Más discreto que Chávez, en casos de esta naturaleza -lo demostró con Daktari y Granda-, difícil. ¿Pero qué de Uribe?.. Un lenguaje distinto en el sector empresarial: el de Lorenzo Mendoza (Grupo Polar) y el de José Manuel González (candidato a presidir Fedecámaras). Cuando hablan de separar la política de la actividad empresarial, los energúmenos echan espuma por la boca. Falta un planteamiento similar en la Iglesia católica... Ironía: "Elegiría a Vargas Llosa para el Nobel, pero nunca para un cargo político" (Respuesta de José Miguel Insulza, en el diario "La Tercera" de Santiago, a los ataques del escritor).



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